Vaca Gorda existe

viernes, mayo 21, 2010

La aparente resistencia de los familiares a aportar poco más de 500,000 dólares que reclamaban por su rescate provocó la muerte en Honduras del secuestrado empresario dominicano Miguel Jaar, de 75 años. Jaar fue secuestrado la noche del lunes 10 de mayo a las 8: 00 de la noche, cuando se aprestaba a ingresar a su casa de habitación en la colonia Alameda de Comayagüela, junto a su motorista quien horas después fue dejado abandonado en colonia La Cañada. Los raptores pedían de rescate 10 millones de lempiras, alrededor de 529,000 dólares (19.5 millones de pesos) y, al parecer, los familiares retardaron en la respuesta. El anciano murió, según informes preliminares de Medicina Forense, porque los secuestradores no le dieron las medicinas que él tomaba para la presión y el corazón, por lo que la falta de medicamentos y la tensión a que estaba sometido por el cautiverio, le habría provocado el infarto. El cadáver de Jaar fue hallado a las 5: 00 de la mañana sobre una zacatera, una zona cenagosa, en medio de cuatro casas de habitación, una de las cuales estaba abandonada y con la puerta abierta. La Policía sospecha que en esa vivienda tenían al anciano secuestrado. La alerta del fallecido la dieron vecinos del sector al observarlo envuelto en las sábanas con las manos sobre el pecho y boca arriba, por lo que horas después llegaron familiares del anciano quienes confirmaron la identidad del mismo. Jaar, quien era de República Dominicana, pero desde hace varios años se había radicado en Tegucigalpa, capital de Honduras, era el propietario del centro comercial La Alambra, ubicado frente a la primera entrada de la colonia Kennedy. Carta a familiares Don Miguel tenía todos sus documentos personales, entre los que se encontraron una carta manuscrita dirigida a su familia, en la cual les contaba el calvario que estaba viviendo a manos de sus secuestradores. Miguel Jaar, en una fotografía en vida de su carnet de extranjero residente. Familiares del ahora occiso, durante el reconocimiento de ley del cadáver, mantuvieron total hermetismo sobre el caso y trataron de impedir a través de la Policía que se hicieran tomas al cadáver. Después del levantamiento de los restos del infortunado, la Policía ingresó a la vivienda que estaba con la puerta abierta y tras hacer las primeras pesquisas, un oficial conformó que en esa casa hubieran tenido al secuestrado. “Hay muchas evidencias en la casa que nos indica que ahí tenían secuestrado al señor Jaar, de momento no podemos adelantar detalles ni hay personas secuestradas, porque luego que lo botaron en la calle se fugaron”, dijo un miembro de la Policía de investigación, quien obvió su nombre.

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