Vaca Gorda existe

viernes, octubre 01, 2010

QUITO (AP) - Soldados ecuatorianos dispararon armas automáticas y lanzaron granadas aturdidoras antes de rescatar al presidente Rafael Correa la noche del jueves de un hospital, donde quedó atrapado casi todo el día por policías sublevados que protestaban por un recorte a sus ingresos, sumiendo temporalmente al país en un caos. El enfrentamiento dejó al menos tres muertos y decenas de heridos. En una rueda de prensa posterior, Correa calificó la crisis como un intento de golpe de Estado. "Que nadie se engañe, este fue un claro intento de golpe de Estado fracasado y lo que han logrado es que salgamos más fortalecidos, más decididos, más unidos que nunca", afirmó. Los presidentes de la región demostraron rápidamente su apoyo a Correa, al acudir a Buenos Aires para una reunión de emergencia de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) en las primeras horas del viernes, la que celebró la liberación del presidente y advirtió de drásticas medidas en casos de "nuevos quiebres del orden institucional". Participaron los presidentes de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner; Bolivia, Evo Morales; Colombia, Juan Manuel Santos; Chile, Sebastián Piñera; Perú, Alan García; Uruguay, José Mujica, y Venezuela, Hugo Chávez, junto con el secretario general de la Unasur, el ex presidente argentino Néstor Kirchner, informó el gobierno. Por su parte, Washington advirtió que Correa tiene el pleno apoyo de Estados Unidos. "Es un día muy triste para la patria, en lo particular uno de los días más tristes de mi vida, seguramente el más triste de mi gobierno. Los ambiciosos de siempre, los irresponsables de siempre, ojalá estén satisfechos: han hecho quedar mal al país a nivel internacional ... haciéndonos quedar como esas repúblicas de opereta", agregó. Tras casi 35 minutos de intercambio de disparos evacuaron a Correa en una camioneta que partió a toda velocidad en medio de fuerte resguardo militar. Después del operativo Correa llegó al Palacio de Carondelet, en donde dirigió un discurso a una multitud de seguidores que se mantuvieron horas concentrados en el lugar y lo vitorearon cuando apareció en el balcón que da a la plaza. Correa agradeció "a esos héroes que me acompañaron en esta larga jornada ... con ese valor, con esa lealtad nada ni nadie nos podrá vencer". Correa criticó a lo que llamó "oposición retrógrada, que hasta negaba que el presidente estaba secuestrado y que lo primero que pedía y exigía es amnistía a los que habían vejado, agredido a la autoridad". Comentó que "es increíble, impresionante que se subleven, no toda la fuerza policial, una parte... no para luchar contra un gobierno tiránico... sino para buscar supuestas remuneraciones que se les ha quitado... ¿Cómo pueden jugar por algo tan banal con el futuro de la patria?". Sostuvo que "no habrá perdón y se sancionará" a los responsables de la rebelión. En la rueda de prensa posterior, Correa descalificó las demandas salariales de los sublevados. "No se trató de una legítima reivindicación salarial ... Esperaban crear un baño de sangre, que se veje al presidente, que se lo secuestre ... que se cubra de sangre el suelo ecuatoriano para tratar de desestabilizar al gobierno", dijo. La vicepresidenta del Congreso, Irina Cabezas, dijo a periodistas que "son dos personas fallecidas y 17 heridos en la Policía", además de un fallecido entre las fuerzas armadas. Correa mencionó otros 27 heridos de bala entre los militares. El fiscal general Washington Pesántez afirmó que "se iniciarán acciones en contra de quienes atentaron contra la integridad del presidente" secuestrándolo y manteniéndolo retenido casi todo el día. El vocero de la policía, Richard Ramírez, dijo a la AP que el comandante de esa institución, general Freddy Martínez, presentó a Correa su renuncia irrevocable al cargo tras la situación registrada el jueves. El canciller Ricardo Patiño responsabilizó de la situación al ex presidente Lucio Gutiérrez (2002-2005), quien cuando era coronel del ejército protagonizó un golpe de Estado en contra del mandatario demócrata cristiano Jamil Mahuad, a quien sacó del poder. "Conversando con los policías adentro, algunos sí estaban confundidos y estaban hablando de sus sueldos, pero algunos no, solamente (expresaban) insultos, agresiones y 'viva Lucio (Gutiérrez)', 'viva Lucio' permanentemente. Así que aquí podemos ver quien ha estado detrás de esto", argumentó. Gutiérrez, entrevistado por la red de televisión Ecuavisa, negó las acusaciones. "Nosotros respaldamos la democracia. Es totalmente falso lo que están diciendo los del gobierno y el propio Rafael Correa para victimizarse ante la comunidad internacional. Lo único que han hecho los policías es reclamar, porque sus derechos han sido violados de manera arbitraria", aseguró. A inmediaciones del hospital policial donde estuvo el gobernante también se congregaron cientos de simpatizantes de Correa que lanzaban piedras y palos contra los policías alzados que para mantenerlos a raya les dispararon gases lacrimógenos durante horas. El ministro de Seguridad Interna y Externa, Miguel Carvajal, quien también informó que el gobierno decretó estado de excepción para controlar la situación. El asalto al hospital fue ordenado por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, según informó en un comunicado. La rebelión policial generó el repudio de los gobiernos del continente y de otras regiones. La Organización de los Estados Americanos sostuvo una reunión de urgencia por el alzamiento y los líderes de la Unión de Naciones Suramericanas se dirigían de emergencia a Buenos Aires para analizar la situación y respaldar al presidente. Poco después de haber resultado intoxicado al explotar una bomba lacrimógena a escasa distancia de su cabeza cuando intentaba dialogar con los policías alzados, Correa subió a una ventana del cuartel donde se produjo la revuelta y gritó: "si quieren matar al presidente, mátenme... pero este presidente seguirá haciendo lo que tiene que hacer". La protesta de los policías surgió por el malestar hacia una ley que consideraban afectaba sus condiciones laborales. Durante la jornada los sublevados tomaron cuarteles policiales en Quito, Guayaquil y otras ciudades, quemaron llantas, lanzaron gases lacrimógenos y cerraron las carreteras de acceso a la capital durante algunas horas, según reportes de las radios y canales de televisión, que mostraron imágenes de los incidentes. También un grupo de opositores al gobierno irrumpió violentamente en la televisora estatal, en la que penetraron rompiendo una puerta de cristal y se tomaron el set del noticiero que transmitió en vivo toda la incursión hasta que su operación regular fue interrumpida momentáneamente. Unos 800 policías protagonizaron la protesta en la capital. En Ecuador hay cerca de 40.000 policías, la mayoría de los cuales no participaron de la insubordinación, aunque la falta de vigilancia provocó que en algunas ciudades se reportaran robos y saqueos a comercios. La mayor parte de los comercios cerraron o atendieron parcialmente en Quito. Los aeropuertos internacionales de Quito y Guayaquil fueron tomados por el ejército por razones de seguridad y suspendieron sus operaciones. No estaba claro si las mismas habían sido restablecidas después de la liberación de Correa.

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