Vaca Gorda existe

jueves, septiembre 16, 2010

DOS MUJERES CUENTAN CÓMO HAN CAMBIADO SUS VIDAS TRAS SER VÍCTIMAS DE ESTA AGRESIÓN Andrea Luna / Santo Domingo--Ella nunca imaginó que un vaso de aluminio contenía el “ácido del diablo” que desgarraría su vida. Se dispersó por todo su cuerpo dejándole marcas imborrables.Un solo chorro fue suficiente para llenar a Ana Miriam Núñez de sufrimientos.“La vida continúa”. Es la frase que articulan sus labios quemados al resignarse a su desgracia. El espejo es su peor compañía, ya que le recuerda “una mala jugada del destino”, como ella misma expresa mientras intenta mantener colocado en su cara un paño de color anaranjado, para no verse tan mal, y sus lágrimas corrían por cicatrices y llagas.Vive en un “ranchito” del sector Gualey, en donde la pobreza exhibe su peor cara.La mitad del rostro de aquella mujer de piel morena luce desfigurado, con labios arrugados y un ojo arrancado desde la raíz. Parte de su cabellera no crece. Las escalofriantes quemaduras que presenta el 70 por ciento de su cuerpo imposibilitan detener la mirada en su rostro.

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